(Idealizando la idea del amor romántico)
Respiremos el aroma del verano mezclado con el dulzor del polen arrancado de su flor. Mendiguemos un poco de lo oculto a todas las raíces que se refrescan bajo el barro húmedo.
Regá dentro mío las semillas atestadas de tierra y miel, mira florecer las orquídeas, las rosas, amapolas y tomemos un té.
Corta las hojas que amenazan con salir de las ramas cubiertas de piel.
Huyamos a lugares lejanos en barcos de papel.
Recostada en el pasto mañanero recién regado, buscando las primeras nubes y los primeros rayos.
Te puedo enseñar a mezclar colores, seamos compañeras, detengámonos en los faroles, te enseño a unir piezas.
Tiremos barriletes al cielo, asumamos cosas buenas, tiremos franquezas al raudal y que la lluvia nos devuelva los momentos perdidos.
Te invito un rato, a caminar por al lado de los charcos, a pisar las hojas secas, a mirar de reojo como se acumula la hierba, como se amontona en mis zapatos, escala por mis brazos y queda pegada a las esquinas de las calles por las que pasamos.
Te invito un trago y lo mantenemos en secreto, trazo líneas rectas por tu cara tamizada con canela, dejo disgregados sobre la mesa, tus fragmentos más íntimos y tus pecados que al lado de los míos me hacen ver aún más infantil.
Quito con pala de playa el espacio que nos separa, te regalo miradas y lindas falacias.
Mis ojos reacios a encontrarte tomando mis manos, tus dedos perdidos en mi cabellera rebelde y abundante. Seamos amantes; bailemos entre pasos torpes y seguros, juzguémonos entre cada punto, entre cada pausa.
Cuando los últimos minutos del día se desvanezcan, cuando las tejas en los techos terminen por perder su color dorado, los ventanales nos revelaran del otro lado.
Dejame abrazarte fuerte para que el viento no nos aleje, déjame tenerte, déjame quererte.
Ambar Impieri
