Nuestros días más fáciles
Por @catalinablasi
Del 18 al 28 de noviembre se llevó a cabo el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Único festival de categoría “A” en latinoamérica, presentó más de 100 películas y cortometrajes tanto online como en las salas.
Si bien hubo, en mi opinión, varias producciones a destacar hay una que me enamoró completamente.
Esta fue “Nuestros días más felices”, dirigida por la argentina Sol Berruezo Pichon-Riviére de tan solo 25 años.
La película nos cuenta de Leónidas (36), un joven que parece no haberse desprendido de su madre, Agatha (74). Caprichosa y un tanto molesta, esta última repentinamente se despierta en el cuerpo de una niña de siete años. Este raro acontecimiento coincide con la llegada de Elisa (38), que a diferencia de su hermano, dejó su hogar hace ya varios años.
La historia es un claro reflejo de lo que el paso del tiempo genera en las familias. En cómo cambian los roles y los vínculos los hijos crecen, ahora son ellos los que cuidan a los padres. Leónidas y Elisa se ven forzados a lidiar con esta situación y a cuidar de su madre de esta forma tan disparatada, teniendo en cuenta que su figura es la de una nena

La búsqueda de la felicidad es algo que nos interpela, creo yo, a todos. Es algo que nadie sabe donde encontrarla o si realmente se debe buscar mucho para hacerlo. También creo que debe ser algo que al crecer se entremezcla con un sentimiento igual de intenso que la felicidad: la nostalgia. En los primeros minutos, Agatha parece estar atravesando un momento en donde la vejez le hace reflexionar sobre la vida misma. Sobre la muerte, el paso del tiempo y sobre la melancolía que trae el pensar en el pasado.
Es por esto último que es tan especial e importante la “transformación” en esta nenita de siete años. Es tan claro el cambio en el ambiente, e incluso en Agatha misma, cuando su alma de repente está en un cuerpo tan joven. Personalmente, sentí que la vibra de la película giró rotundamente cuando esto pasó e incluso el drama presentado al comenzar fue dando paso a una tragicomedia que por momentos tenía a toda la sala riendo.
Al principio, todo se sentía triste y apagado pero de repente la inocencia de la infancia llenó el largometraje de una calidez que antes faltaba. Y es justamente la pureza y diversión característica de la niñez, o en su defecto de la juventud, que contagia de felicidad y color en donde todo parece estar oscuro. Sol supo representar esto (y muchas cosas más) a la perfección.
Visualmente es extraordinaria, cada escena era digna de ser un cuadro. Particularmente me encantan las películas con matices de colores poco saturados, en donde parece que un manto gris cubriera todas las imágenes volviéndolas un poco más melancólicas. La paleta de colores fríos acompaña perfectamente a la narrativa de la trama. La banda sonora también fue perfecta y eleva totalmente el sentimiento agridulce de nostalgia que genera la cinta.
Además algo que me pareció fascinante fue el uso de recursos visuales tan originales, como lo son collages para introducir diferentes “temas” o el uso de un programa de televisión motivacional para inducir reflexiones tanto en el espectador como en la misma Agatha. Estos detalles hacen que la experiencia de ver la película se sienta mucho más amena, hasta incluso más personal. El presentador de este programa le habla directamente a la cámara por lo que llega un punto que se rompe la cuarta pared del cine y sentís que te esta hablando a vos.

Las actuaciones son increíbles. Matilde Creimer Chiabrando es la niña encargada de llevar a esta anciana de vuelta a la juventud y lo hace de forma excepcional. El carisma y talento que tiene a tan corta de edad de verdad me dejó con la boca abierta. Antonella Saldicco (Elisa) y Cristián Jensen (Leónidas) también dieron grandes interpretaciones de sus personajes.
En el marco del festival, tuve la oportunidad de ver al equipo que trabajó en este hermoso proyecto al terminar la función. Me emociono muchísimo poder escuchar cómo hablaban del proceso creativo y técnico que llevó filmar la película. Me emocionó especialmente por el hecho de ser una producción argentina, las cuales generalmente no tienen el reconocimiento que merecen y tienen demasiado esfuerzo y ganas detrás.
Justamente creo que el cine nacional es algo que está muy infravalorado en nuestro país. No todo es Darín o Francella (que igual no tengo en nada en contra de estos dos). Insisto que no se dejen guiar por lo más comercial y que se animen a descubrir joyitas como esta. Hay gente muy talentosa acá y hay un montón de películas dignas de ser vistas.
Sol también tiene otra película “Mamá, mamá,mamá” estrenada en 2020 y tiene otro proyecto en camino. De verdad que es una cineasta que promete muchísimo y no me sorprendería que su nombre sea de los más reconocidos en unos años. La película lamentablemente no está en ninguna plataforma y no se si estará por estrenar en cines, pero si tienen la oportunidad de verla por ahí háganlo.